El dolor crónico es una de las principales causas de consulta médica y uno de los grandes retos en el ámbito de la salud. Se estima que alrededor del 20% de la población adulta lo padece, afectando a la calidad de vida, la funcionalidad y el bienestar emocional.
El quiromasaje es una herramienta eficaz para aliviar el dolor crónico, gracias a su acción sobre el sistema musculoesquelético y nervioso. En este artículo explicamos cómo actúa, sus beneficios en casos específicos de dolor persistente y su aplicación profesional.
¿Qué es el dolor crónico?
Se considera dolor crónico aquel que se mantiene más allá del tiempo habitual de curación, de 3 a 6 meses, convirtiéndose en una enfermedad en sí mismo. A diferencia del dolor agudo, que tiene una función protectora, el dolor crónico suele estar vinculado a alteraciones en el sistema nervioso que perpetúan la sensación de dolor incluso en ausencia de lesión evidente.
Algunas de las condiciones comunes asociadas al dolor crónico son el dolor lumbar crónico, la fibromialgia, la artritis y las enfermedades articulares y las lesiones deportivas mal rehabilitadas.
El dolor persistente es un tipo de dolor que impacta profundamente en el bienestar y la salud física y mental de la persona que lo padece, pudiendo generar ansiedad, depresión, estrés y limitación funcional.
Quiromasaje y dolor crónico: ¿Cómo actúa?
El quiromasaje actúa sobre los tejidos blandos mediante maniobras específicas como amasamiento, fricción, presión y estiramientos. Aplicado de manera precisa, puede influir positivamente en el dolor crónico mediante múltiples mecanismos a nivel muscular y neurológico.
- Mejora la circulación sanguínea y linfática. El masaje estimula el flujo sanguíneo, mejora la oxigenación de los tejidos y elimina sustancias inflamatorias. El masaje terapéutico mejora la circulación local y reduce el dolor en zonas como el cuello y la espalda.
- Libera tensiones musculares y contracturas. El trabajo profundo sobre la musculatura alivia las contracturas, disminuye la rigidez y mejora la movilidad. Algunos estudios evidencian mejoras significativas en pacientes con dolor lumbar tras recibir sesiones de masaje.
- Reduce la inflamación. Técnicas como el drenaje linfático manual ayudan a disminuir el edema y la inflamación crónica, lo que reduce la presión sobre las terminaciones nerviosas.
- Estimula la liberación de endorfinas. El quiromasaje activa la producción de endorfinas y serotonina, neurotransmisores relacionados con el bienestar y la analgesia natural, reduciendo no solo el dolor, sino logrando mejorar el estado de ánimo general de la persona afectada.
- Mejora la función neuromuscular. Al trabajar sobre la musculatura y la fascia, se optimiza la coordinación neuromuscular y se corrigen desequilibrios posturales que agravan el dolor. Tras las sesiones de quiromasaje, se observa una mejora en la postura y la movilidad en personas con dolor crónico.
Aplicación del quiromasaje en casos específicos de dolor crónico
La aplicación del quiromasaje para aliviar el dolor crónico debe adaptarse a las características específicas de la patología que padece el usuario. Las distintas manifestaciones clínicas hacen necesario un enfoque individualizado en el protocolo de masaje.
Estos son algunos de los casos en los que el quiromasaje ha demostrado ser una herramienta eficaz dentro de un abordaje terapéutico integral:
- Dolor lumbar crónico. La lumbalgia crónica es una de las causas más comunes de incapacidad. Las técnicas de fricción profunda, amasamiento y estiramientos asistidos ayudan a liberar tensiones y mejorar la movilidad, disminuyendo el dolor tras las sesiones de masaje.
- Fibromialgia. Caracterizada por dolor generalizado, fatiga y alteraciones del sueño, la fibromialgia responde bien a técnicas suaves como el masaje neuromuscular y la liberación miofascial. El masaje reduce los síntomas y mejora la calidad de vida.
- Artritis. En enfermedades articulares como la osteoartritis, el masaje ayuda a mejorar la circulación, reducir la inflamación y aliviar el dolor articular.
Aplicación de la terapia de masaje en el color crónico
El éxito de la terapia de quiromasaje para el dolor crónico depende de la evaluación del usuario, de la selección de las técnicas más adecuadas y de su característica visión integral que tiene en cuenta tanto el estado físico como emocional de cada persona.
Una anamnesis completa es imprescindible antes de aplicar cualquier técnica de quiromasaje. Este primer paso permite determinar la causa del dolor y diseñar un plan de tratamiento adecuado.
La diferenciación del tipo de dolor, nociceptivo, neuropático o una combinación de ambos, orientará el enfoque de la terapia. Como ejemplo,
un dolor muscular por contractura responde bien al masaje profundo, mientras que en el dolor neuropático es preferible usar técnicas más suaves y desinflamatorias.
Es necesario revisar el historial médico de la persona afectada por dolor crónico, conocer si ha habido lesiones previas, cirugías recientes o existen enfermedades crónicas y si toma algún tipo de medicación habitual como analgésicos, anticoagulantes o antiinflamatorios.
Asimismo, la exploración física permite evaluar la movilidad, el tono muscular y la postura y detectar rigidez, limitaciones, compensaciones, puntos de tensión y desequilibrios, como dismetrías o alteraciones biomecánicas.
Todo ello ayuda a establecer posibles contraindicaciones y a personalizar la práctica de la terapia.
Terapias de masaje para el alivio del dolor crónico
Como hemos explicado, la elección de las técnicas y las maniobras debe responder a las necesidades de cada usuario, su tolerancia al dolor y la fase del proceso en que se encuentre (agudo, subagudo o crónico).
Las siguientes maniobras, terapias y técnicas son especialmente útiles en el tratamiento del dolor crónico mediante quiromasaje.
Amasamiento y fricción profunda
Las técnicas de amasamiento y fricción profunda tienen como objetivo romper adherencias, liberar la fascia y favorecer la circulación sanguínea en las capas más profundas del tejido muscular. Están especialmente indicadas en casos de contracturas, puntos de tensión localizados y rigidez muscular persistente.
Se aplican en forma de maniobras rítmicas, profundas y controladas, ajustando la presión de acuerdo con la zona tratada y la tolerancia del paciente. Entre sus principales beneficios se encuentran la liberación del ácido láctico acumulado, una mejor oxigenación de los músculos y una notable disminución del dolor crónico asociado a sobrecarga o disfunción muscular.
Drenaje linfático manual
El drenaje linfático manual es una técnica suave, rítmica y superficial que estimula el flujo de la linfa, facilitando la eliminación de líquidos retenidos y desechos metabólicos. Está especialmente indicado en procesos inflamatorios crónicos, edemas, lesiones postraumáticas y casos de fibromialgia, donde la congestión de los tejidos agrava la sintomatología dolorosa.
La aplicación de esta terapia no debe causar dolor, ya que trabaja sobre el sistema linfático superficial, promoviendo una mejora en la respuesta inmunitaria local y una reducción significativa de la inflamación. Al mejorar el entorno tisular, contribuye a aliviar la presión sobre las terminaciones nerviosas y a reducir el malestar general.
Estiramientos asistidos
Los estiramientos asistidos complementan las técnicas manuales del quiromasaje y están orientados a mejorar la flexibilidad muscular, restaurar la movilidad articular y disminuir la rigidez. Resultan especialmente beneficiosos en pacientes con dolor crónico de origen postural, musculoesquelético o derivado de acortamientos musculares prolongados.
El quiromasajista guía al usuario en estiramientos pasivos controlados, respetando los límites anatómicos y evitando movimientos forzados que puedan generar dolor o lesiones. Con una aplicación regular, los estiramientos favorecen el equilibrio musculoesquelético, previenen recaídas y optimizan el rango de movimiento funcional.
Masaje neuromuscular (terapia de puntos gatillo)
El masaje neuromuscular se enfoca en los puntos gatillo miofasciales, áreas hiperirritables dentro del músculo que generan dolor referido y restricción del movimiento. Para aplicar esta técnica se requiere precisión anatómica y sensibilidad manual, pues se aplican presiones isquémicas localizadas para desactivar dichos puntos y restaurar la función muscular.
Es especialmente útil en cuadros de dolor miofascial, cefaleas tensionales, lumbalgias y disfunciones cervicales. Al liberar estos puntos de tensión, se reduce significativamente el dolor, se mejora la coordinación neuromuscular y se restablece un patrón de movimiento más eficiente.
Junto a la aplicación técnica de estas maniobras, técnicas y terapias, es indispensable tener en cuenta estos factores:
- Ajustar la intensidad y ritmo. Cada paciente tiene un umbral de dolor diferente, especialmente quienes sufren de dolor crónico. Es fundamental adaptar la intensidad de las maniobras, evitando sobrecargar la zona tratada o provocar molestias excesivas que puedan agravar el malestar.
- Mantener una comunicación activa. Una relación de confianza favorece la relajación y reduce la ansiedad asociada al dolor. Escuchar a cada persona, explicarle lo que se va a hacer y pedir el feedback durante la sesión es clave para personalizar y ajustar cada técnica.
- Realizar el seguimiento y controlar la respuesta a la terapia. El terapeuta debe considerar los cambios en la intensidad y la localización del dolor, la mejora en la movilidad y los cambios emocionales o en patrón de sueño (especialmente en fibromialgia).
Estas consideraciones permiten al quiromasajista ajustar la frecuencia, la duración y la combinación de distintas técnicas a lo largo de las sesiones.
Igualmente, es indispensable saber reconocer los límites de actuación. Si el quiromasajista detecta signos de enfermedades sistémicas, deterioro progresivo o síntomas neurológicos, es indispensable derivar al usuario a un médico, fisioterapeuta o especialista para un diagnóstico más preciso.
El quiromasaje aplicado al dolor crónico no solo ofrece alivio, sino también una mejora real en la calidad de vida de quienes lo padecen, con beneficios que van más allá del alivio físico, impactando positivamente en el bienestar emocional y funcional del paciente. Su eficacia lo convierte en un estimable recurso en un abordaje multidisciplinar del dolor persistente.







