¿Qué es la técnica de liberación miofascial?
Masaje de liberación miofascial
Foto: Cedric Clth en Pixabay

¿Qué es la técnica de liberación miofascial?

La terapia de liberación miofascial se utiliza para aliviar y eliminar el dolor de la fascia, la red de tejido conectivo que envuelve, protege y soporta las estructuras corporales.

Qué es la fascia

La fascia es una red continua de tejido conectivo que recorre, envuelve y conecta todas las estructuras corporales (huesos, músculos, articulaciones, ligamentos, tendones, vísceras, nervios, vasos sanguíneos y linfáticos, …). En una de estas estructuras, los huesos, la fascia penetra de manera recíproca con las trabéculas del hueso esponjoso, formando una red alineada en las zonas de tensión biomecánica, proporcionando soporte estructural y resistencia.

El sistema fascial constituye el 16% del peso corporal y comprende el 23% del agua que contiene el cuerpo humano. 

La fascia está formada por distintos tipos de células como fibroblastos, mastocitos y macrófagos y la matriz extracelular. A su vez, la matriz extracelular se compone de fibras de colágeno tipo I, el más resistente a la tensión, y de sustancia fundamental. Esta última es un gel viscoso que contiene ácido hialurónico y varios tipos de biomoléculas, cuya acción conjunta, entre otras propiedades, facilita la lubricación de las fibras de colágeno, algo fundamental para mantener la elasticidad del tejido fascial.

Funciones de la fascia

El principal cometido de la fascia es la de dar forma, soporte, estabilización, unión y protección a todas las estructuras corporales, facilitando su funcionalidad. Para ello, el sistema fascial cumple estas funciones:

  • Actúa como barrera protectora ante los cambios de tensión resultantes de impactos internos o externos. Amortigua y dispersa la presión, preservando la integridad de las estructuras y adaptándose a los estímulos.
  • La capacidad adaptativa a cada estructura anatómica le permite densificarse y aumentar su resistencia en estructuras como ligamentos o tendones y adquirir más laxitud en estructuras como las glándulas.
  • Favorece el correcto movimiento de las estructuras y el deslizamiento entre ellas, sin roces ni tensiones excesivas.
  • Contribuye al retorno venoso y linfático. Mantiene la estructura de estos sistemas, aportando tanto la elasticidad como la rigidez necesarias para el buen funcionamiento hemodinámico.

Concepto de tensegridad

Las estructuras corporales se mantienen y funcionan gracias al equilibrio entre la tensión y la compresión. El concepto de tensegridad fue desarrollado por el ingeniero y arquitecto R.Buckminster Fuller, quien lo define como “la combinación de las fuerzas que existen en una estructura formada por una red finita de elementos de compresión o elementos rígidos interconectados a través de elementos tensiles o elásticos que le dan a la estructura su integridad total.”

Aplicado a la anatomía y a la biomecánica, el concepto de tensegridad se opone al modelo clásico basado en el esqueleto como soporte principal y unido por compresión y defiende que los huesos son estructuras de compresión discontinua, es decir que no están continuamente presionándose entre sí, sino que se interconectan entre ellos al estar incorporados en un tejido de tensión continua de elementos elásticos con la capacidad de distribuir y disipar las fuerzas entre todas las estructuras que forman el sistema.

Las características de continuidad y tensegridad de la fascia posibilitan que existan alteraciones en zonas alejadas de la zona que sufre la restricción o tensión inicial. 

Tipos de fascia

La fascia se clasifica en dos tipos: superficial y profunda. 

  • La fascia superficial es una capa subcutánea de tejido conectivo laxo con gran cantidad de grasa que separa la piel del tejido muscular, proporcionando protección y facilitando el movimiento de la piel sobre las estructuras situadas debajo.
  • La fascia profunda está formada por tejido conectivo denso y fibroso que envuelve, separa y conecta distintas áreas corporales (músculos, vísceras, vasos sanguíneos …), para darles forma y protección. En función de ello, la fascia profunda se subdivide en varios tipos de fascia (muscular, visceral, vascular, …).

Patología de la fascia

Ya hemos explicado anteriormente que la continuidad y tensegridad de la fascia posibilita que cualquier tensión o restricción en algún punto de la red de tejido conectivo puede producir restricción y dolor en otro punto distante, no solo del aparato locomotor sino de cualquier otro sistema o área corporal.

La razón es la búsqueda del equilibrio tensional que garantice la integridad de la estructura ante cualquier causa que afecta a su funcionalidad.

Las principales causas de los cambios en la elasticidad y movilidad de la fascia son las retracciones, adherencias y rupturas que provocan disfunción en la mecánica de las estructuras, irritación y dolor.

Son diversas las razones por las que se producen las adherencias, retracciones o rupturas en la red de tejido conjuntivo. Entre ellas:

  • Sobrecargas musculares
  • Microtraumatismos repetitivos
  • Malas posturas mantenidas
  • Sedentarismo
  • Excesiva e intensa actividad física
  • Deficiencias nutricionales
  • Falta de descanso y alteraciones del sueño
  • Estrés físico, mental o emocional
  • Enfermedades endocrinas o infecciosas
  • Fracturas

Cuando, por alguna de estas razones, una estructura corporal resulta afectada en su mecánica y funcionalidad, por ejemplo la zona cervical, se pone en marcha un mecanismo de compensación produciendo cambios y sobrecargas en otras zonas corporales.

A nivel fascial, las alteraciones posturales y funcionales, con reducciones y limitaciones del movimiento y deslizamiento del tejido conjuntivo, generan restricción y dolor, tanto local como distante o referido, como hemos indicado. 

Síndrome de dolor miofascial

Se denomina síndrome de dolor miofascial a la afección caracterizada por dolor localizado en un músculo o grupo muscular con presencia de una banda tensa, fácilmente palpable con una zona hipersensible, irritable y dolorosa a la palpación, que manifiesta la presencia de un punto gatillo y, en consecuencia, dolor referido.

Terapia de liberación miofascial

La terapia de liberación miofascial o inducción miofascial es una técnica que evalúa y alivia las lesiones fasciales con el fin de localizar y suprimir las restricciones para devolver la correcta funcionalidad de las estructuras corporales afectadas, eliminar el dolor y recuperar el bienestar y el equilibrio postural y funcional.

El terapeuta explora con sus manos la amplitud, normal o restringida, del movimiento tisular, la sensibilidad y la temperatura del tejido para encontrar las zonas rígidas desencadenantes del dolor y la disfunción.

La terapia de liberación miofascial emplea movilizaciones, estiramientos y presiones sostenidas, generando respuestas bioquímicas que estimulan el tejido conectivo, incrementan el flujo sanguíneo. favorecen la eliminación de toxinas y la producción de fibroblastos, las células que secretan colágeno, componente fundamental para mantener las propiedades de soporte del tejido conectivo.

Técnicas de liberación miofascial

La terapia de liberación miofascial se aplica de modo totalmente individualizado. La frecuencia y las técnicas a emplear dependen del alcance o la gravedad de la lesión, la localización y la profundidad de la misma y el tiempo transcurrido desde que se originó.

Las técnicas empleadas en la terapia de liberación miofascial se dividen en superficiales y profundas.

  • Las técnicas superficiales o de deslizamiento se emplean para eliminar las restricciones superficiales de la fascia y aumentar la movilidad de la piel. 
    • Deslizamiento en J. Con el dedo índice reforzado por el dedo medio, se realiza un movimiento de deslizamiento en forma de J, con una velocidad lenta hasta llevar a la curva, donde la maniobra es rápida con el fin de romper las adherencias. Puede aplicarse en cualquier área corporal y en distintas direcciones.
    • Deslizamiento transverso. Se realiza con las yemas de los dedos, colocando las manos de forma perpendicular al cuerpo del usuario. Se utiliza para áreas pequeñas, realizando el movimiento de forma enérgica y siguiendo el recorrido de las fibras para contribuir a su reorganización.
    • Deslizamiento longitudinal. Se realiza utilizando una mano para fijar la piel y la otra para realizar con los nudillos un deslizamiento lento y mantenido siguiendo el recorrido de las fibras. La maniobra aumenta la movilidad y la elasticidad del tejido.
  • Las técnicas profundas o sostenidas utilizan una presión profunda, constante y larga para eliminar la restricción y lograr la liberación del tejido de una zona determinada.
    • Manos cruzadas. Se colocan las manos cruzadas y juntas sobre la piel para realizar un estiramiento lento y mantenido hasta encontrar una restricción. La presión se prolonga por unos minutos hasta lograr la liberación del tejido y continuar hasta encontrar otra restricción.
    • Técnica en plano transverso. Se utiliza en zonas transversales como la región pélvica o clavicular. La palma de la mano no dominante se sitúa bajo el cuerpo del usuario y la palma de la otra mano por encima con el fin de realizar una compresión que llegue a la restricción y libere el tejido.

Técnica telescópica. Es una técnica adecuada para las extremidades, que se sitúan de forma suspendida para ejercer una tracción longitudinal de manera lenta y suave, aplicando movimientos de flexión, abducción y rotación si es posible.

Indicaciones de la terapia de liberación miofascial

Esta terapia está indicada para un amplio abanico de afecciones. Estas son algunas de ellas:

Como con cualquier otra terapia, es necesario contemplar las posibles contraindicaciones de esta técnica:

  • Contraindicaciones absolutas: tumores, heridas abiertas, fracturas, fiebre, hemofilia, hematomas, infecciones, osteoporosis y aneurismas.
  • Contraindicaciones relativas: hipertensión, inestabilidad vertebral, enfermedades autoinmunes, epilepsia o trombosis, entre otras. 

La fascia desempeña un papel primordial en el organismo y la terapia de liberación miofascial permite restaurar el movimiento, la nutrición, el equilibrio y la funcionalidad del tejido conectivo. 

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