Con la llegada de la primavera y los primeros rayos de sol que iluminan nuestros bosques, comienza también la época en la cual los invertebrados, reptiles y otros animales aparecen en nuestras zonas habituales de paseo.
Las garrapatas, al igual que los otros animales, comienzan a salir en busca de alimento y reproducción. La proliferación masiva de estos animales comienza a verse en algunas zonas, sobre todo lugares con afluencia de caballos, vacas y otros mamíferos de tamaño grande.
El peligro que esto supone es mucho mayor de lo que podemos creer. No sólo supone tener un parásito chupando la sangre de nuestra mascota y pudiendo crear una infección, sino además, estos animales son vectores de enfermedades mucho más complejas, como la parálisis o la enfermedad de Lyme. Pudiendo llegar a ser causa de la muerte de nuestro compañero de paseo.
Prevención de las garrapatas
La primera de las respuestas es básica: una revisión completa a nuestra mascota (y a nosotros mismos también) tras finalizar el paseo. Para ello, pasaremos nuestras manos por la piel del animal buscando pequeños bultos.
Debemos pensar que en el momento más reciente de la recogida de estos parásitos, son de tamaños similares a una lenteja, con lo cual, será un trabajo arduo que necesita paciencia, sobre todo en el caso de perros de pelo largo o tupido.
La observación y palpación a contrapelo es más efectiva porque evitamos confundir los mechones con los parásitos. Debemos observar la zona de las patas, que suele ser por donde las garrapatas suben a nuestros animales, para posteriormente buscar las zonas más cálidas y tupidas del animal como el cuello o la cabeza. Es recomendable revisar también las zonas de los dedos, pues es un lugar de difícil detección y donde pueden aparecer también las garrapatas.
Lo segundo y más importante aún que lo anterior, es aportarle a nuestros animales desde ya, una buena protección frente a los parásitos. En la actualidad, encontramos multitud de antiparasitarios y en diversas formas de uso: sprays, pipetas, collares…
Lo primero que debemos pensar antes de decidirnos por uno de ellos es frente a qué queremos proteger a nuestro animal. Valoraremos en qué zona nos encontramos y qué parásitos podemos tener por la misma: pulgas, garrapatas, flebotomos… En esta elección puede ayudarnos acudir a nuestro centro veterinario o peluquería canina, donde estarán al tanto de qué casos están apareciendo en la zona y nos recomendará el más adecuado.
Parálisis por garrapatas en perros
La parálisis por garrapatas, o parálisis por mordedura de garrapatas, es causada por una potente toxina que se libera a través de la saliva de ciertas especies de garrapatas y se inyecta en la sangre del perro cuando la garrapata infesta la piel del animal. La toxina afecta directamente al sistema nervioso, lo que provoca una serie síntomas nerviosos en el animal afectado. Es uno de los problemas más graves que puede causar en un perro una garrapata.
Las toxinas liberadas por las garrapatas causan una parálisis de las neuronas motoras inferiores. Esto es una pérdida de movimiento voluntario causada por una enfermedad de los nervios que conectan la médula espinal y los músculos. Con la parálisis de las neuronas motoras inferiores, los músculos permanecen en un estado aparente de relajación.
Pero no es necesaria para que ocurra una infestación de garrapatas para provocar este estado de enfermedad. Si bien las garrapatas suelen aparecer en un perro que presenta síntomas de parálisis, la parálisis por mordedura de garrapata puede ocurrir después de ser mordido por una sola garrapata. Por el contrario, no todos los animales, infestados o no, desarrollarán parálisis por garrapatas.
Síntomas de la parálisis por garrapatas
Los síntomas generalmente comienzan a aparecer alrededor de 6-9 días después de que una garrapata se haya adherido a la piel del perro. Los síntomas, que aparecen de manera gradual, incluyen:
- Vómito
- Regurgitación
- Inestabilidad
- Alta presión arterial
- Ritmo cardíaco y ritmo cardíaco rápidos (taquiarritmias)
- Debilidad, especialmente en las extremidades posteriores
- Pérdida parcial de movimientos musculares (paresia)
- Pérdida completa del movimiento muscular (parálisis), comúnmente observada en estado de enfermedad avanzada
- Pocos reflejos para completar la pérdida del reflejo
- Tono muscular bajo (hipotonía)
- Dificultad para comer
- Trastorno de la voz (disfonía)
- Asfixia por parálisis muscular respiratoria en animales gravemente afectados
- Babeo excesivo (sialosis)
- Megaesófago (esófago agrandado)
- Dilatación excesiva de la pupila en el ojo (midriasis)
Qué hacer ante la parálisis
La parálisis respiratoria es una emergencia y necesita atención médica veterinaria inmediata. Es imprescindible acudir al veterinario en cuanto se observen los primeros síntomas, especialmente si se detecta alguna garrapata, incluso aunque se haya retirado hace días. Encontrar la garrapata que mordió al perro para poder identificar su y determinar su capacidad para transmitir enfermedad ayudará mucho a la hora de tomar medidas.
El veterinario realizará un examen físico completo, observando de cerca la piel del perro en busca de garrapatas o evidencia reciente de garrapatas. Si se descubre que hay garrapatas en la piel, el veterinario las quitará y las enviará al laboratorio para determinar su especie.
Las pruebas rutinarias de laboratorio incluirán un hemograma completo, un perfil bioquímico y un análisis de orina. Sin embargo, los resultados de estas pruebas suelen ser normales si no hay otra enfermedad concurrente junto con parálisis por garrapatas.
En perros con parálisis de los músculos respiratorios, los gases sanguíneos deberán calcularse para determinar la gravedad del compromiso respiratorio. Si se produce parálisis de los músculos respiratorios, en la sangre se presentarán niveles bajos de oxígeno y altos niveles de dióxido de carbono, ya que el perro no podrá inhalar adecuadamente el oxígeno y exhalar dióxido de carbono. Una radiografía de tórax puede revelar un esófago agrandado debido al esfuerzo adicional de tratar de respirar.
El tratamiento
En caso de enfermedad grave, el perro deberá ser hospitalizado. Identificar y separar las garrapatas es el primer paso para prevenir la liberación de toxinas y agravar los síntomas. Incluso si no se encuentran garrapatas, se le puede dar al perro un baño de insecticida para matar cualquier garrapata que pueda estar escondida en los pliegues de la piel.
En algunos casos, este es el único tratamiento requerido y el perro pronto comenzará a mostrar signos de recuperación. Sin embargo, en los casos con parálisis respiratoria, se requerirá un suplemento de oxígeno o alguna otra forma de ventilación artificial para que el perro respire.
La enfermedad de Lyme
La enfermedad de Lyme es transmitida por garrapatas. Es una de las alteraciones producidas por estos ácaros más comunes del mundo, pero solo causa síntomas entre el 5 y 10% de los perros afectados. Es por eso que tomar medidas para minimizar la exposición a garrapatas es la mejor manera de protegerlos.
Está causada por una especie de bacterias espiroquetas del grupo Borrelia burgdorferi. La enfermedad se transmite por garrapatas de ciervo de caparazón duro y alimentación lenta (Ixodes spp). La infección generalmente ocurre después de que la garrapata que transporta Borrelia se ha unido al perro durante 2-3 días.
Cuando la infección conduce a la enfermedad la característica clínica dominante es la cojera recurrente, debido a la inflamación de las articulaciones. También puede haber falta de apetito y depresión. Puede haber complicaciones más serias, como daño en los riñones.
Síntomas de la enfermedad de Lyme
Algunos perros que desarrollan la enfermedad tienen cojera debido a la inflamación de las articulaciones. Esta cojera dura de tres a cuatro días, pero se repite días o semanas más tarde, ya sea en la misma pierna o en otras. Esto se conoce como «cojera de pierna móvil». Una o más articulaciones pueden estar hinchadas, calientes y dolorosas.
También pueden desarrollar problemas renales. La enfermedad de Lyme a veces conduce a glomerulonefritis, inflamación y disfunción que acompaña a los glomérulos del riñón (esencialmente, un filtro de sangre). Finalmente, la insuficiencia renal puede aparecer cuando el perro comienza a mostrar signos tales como vómitos, diarrea, falta de apetito, pérdida de peso, aumento de la orina y la sed, y acumulación de líquido anormal.
Otros síntomas asociados con la enfermedad de Lyme en perros incluyen:
- Caminar de forma rígida con una espalda arqueada.
- Sensibilidad al tacto.
- Respiración dificultosa.
- Fiebre, falta de apetito y depresión.
Además, los ganglios linfáticos superficiales cerca del sitio de la picadura de la garrapata infectante pueden estar hinchados. También se han detectado anomalías cardíacas y, en raras ocasiones, complicaciones del sistema nervioso.
Tratamiento
Habitualmente, el tratamiento de la enfermedad de Lyme suele incluir el suministro de antibióticos durante aproximadamente un mes, aunque en los primeros días ya se puede observar una mejora.
El veterinario decidirá si es necesario suministrar también medicamentos para controlar el dolor. No obstante, como hemos mencionado anteriormente, contra esta enfermedad la mejor medida es la prevención mediante el control de garrapatas. Para ello debemos desinfestar al perro regularmente.