La protección solar siempre ha ocupado un papel importante en el sector de la cosmética. Incluso en la antigüedad se han utilizado materiales y preparados para embellecerse y también para protegerse de los efectos dañinos del sol.
Si bien la lista de sustancias y medidas fotoprotectoras se ha ido engrosando con el transcurso de los siglos, no es hasta principios del siglo XIX cuando se desarrolla verdaderamente la «industria» de la fotoprotección.
Desde entonces y hasta nuestros días, la cosmética en general y la fotodermoprotección en particular han sido objeto de un importante y creciente desarrollo. Profesionales del todo tipo del área sanitaria recomiendan protegerse de los efectos nocivos del sol. Esta sensibilización ha hecho que la fotoprotección no se circunscriba únicamente a preparados destinados a aplicarse de forma específica cuando se realice una exposición solar, sino que esta propiedad se incorpore casi en la mayoría de cosméticos de uso diario.
Por otro lado, el alto grado de concienciación social acerca de la nocividad de una excesiva y no controlada exposición a la radiación solar ha llevado a los consumidores a buscar niveles de protección cada vez más elevados. Como consecuencia, en la industria cosmética y farmacéutica se trabaja para identificar y desarrollar nuevos ingredientes activos, nuevos excipientes y nuevas formas de satisfacer las necesidades de los consumidores.
Cosméticos solares: etiquetado y manejo
La creciente preocupación por los efectos negativos de la radiación solar ha generado un aumento en la exigencia fotoprotectora de los consumidores ante este tipo de preparados. La industria respondió comercializando una amplia gama de productos que reivindicaban y publicitaban tal variabilidad de propiedades, actividades y beneficios que llegaron a dificultar a los usuarios la elección del preparado que respondía mejor a sus necesidades y expectativas.
Esta situación requirió por parte de los organismos reguladores una labor de armonización para facilitar la comprensión y uso de estos cosméticos y para favorecer su uso correcto. Así, el Reglamento 1223/2009 ha impuesto a cualquier nuevo preparado cosmético la realización de pruebas de evaluación de seguridad y eficacia en voluntarios sanos, que den respaldo a la presentación del producto y sus beneficios. Desde la entrada en vigor de esta normativa, estas pruebas tienen que ser incluidas en el expediente de información sobre el producto que se presenta ante las autoridades competentes previamente a su comercialización.
Paralelamente, se restringió totalmente el uso de menciones tales como «bloqueante solar», «pantalla total» o «protección 100%» al no poder garantizar -incluso en los protectores de más alto índice de protección- una protección total frente a los riesgos que entraña la radiación ultravioleta.
Aunque las radiaciones UVA son menos energéticas que las UVB, se les han atribuido efectos negativos a largo plazo. Por ello la Comisión Europea ha establecido que los fotoprotectores solares deben disponer de un sistema de filtración de las radiaciones UVA/UVB equilibrado, lo que implica ofrecer una protección UVA de, al menos, 1/3 del FPS UVB y una longitud de onda crítica no inferior a 370 nm.
Ingredientes activos de los protectores
Aunque el organismo dispone de una serie de mecanismos defensivos innatos para contrarrestar el daño solar, estas medidas resultan del todo insuficientes para prevenir el daño a corto y a largo plazo que el espectro de radiación solar es capaz de causar en las personas.
Los filtros solares constituyen la primera barrera artificial efectiva para minimizar los efectos nocivos de un exceso de exposición solar. Están destinados específicamente a reflejar, dispersar o absorber ciertas radiaciones con el fin de proteger la piel. Para maximizar su efectividad es necesario adicionarlos en vehículos que garanticen su homogeneidad, su estabilidad y su permanencia.
La efectividad y seguridad de estos ingredientes activos deben ser estrictamente evaluadas. Es por ello por lo que en la Unión Europea hay listas positivas donde se especifican los filtros solares permitidos y la concentración máxima a la que pueden ser formulados.
Radiaciones ultravioleta
Dentro del espectro radiante, la franja ultravioleta ha sido identificada desde siempre como la principal causante de los efectos nocivos a medio-largo plazo de la exposición solar. Los productos cosméticos para protección solar incluyen filtros ultravioleta que se pueden clasificar en función de su naturaleza en: químicos y físicos.
Filtros químicos
Los filtros químicos son compuestos orgánicos aromáticos conjugados, cuya configuración química les confiere la capacidad de absorber la energía emitida por la radicación ultravioleta, alterando su estructura molecular. Cuando estas moléculas son irradiadas pasan de un nivel energético fundamental a un nivel energético excitado, impidiendo de este modo la transmisión de la radiación a los tejidos subyacentes y, por consiguiente, evitando los efectos perjudiciales que sobre ellos desencadena la radiación solar.
Filtros físicos
Los filtros físicos son micropigmentos ultrafinos, insolubles, de naturaleza inorgánica que, gracias a su opacidad, actúan a modo de pantalla en los preparados antisolares bloqueando la absorción de la radiación solar.
Estos compuestos son capaces de reflejar o dispersar la luz incidente además de absorber selectivamente la radiación ultravioleta. Su inclusión en las formulaciones cosméticas les confiere una alta protección tanto frente al espectro UVA como a UVB.
Otros ingredientes activos
Los protectores solares suelen complementar la acción de los filtros propiamente dichos con la inclusión de otros activos con cuya aplicación tópica se busca la creación de una segunda línea defensiva, eficaz sobre la porción de la radiación que supera las barreras biológicas y los filtros tradicionales.
Son ingredientes que actúan restaurando el equilibrio oxidativo cutáneo, neutralizando los radicales libres generados en la piel y minimizando los potenciales efectos nocivos sobre el ADN celular de la radiación incidente.
Ecoprotectores solares
El cambio climático, la disminución de la capa de ozono y la concienciación social que existe sobre estos fenómenos están desempeñando un papel doble en el mundo de los fotoprotectores.
Por un lado, hacen más nocivos los efectos de la exposición solar; y por otro, aumenta la tendencia a utilizar cosméticos biológicos, naturales u orgánicos, percibidos como productos más respetuosos con la propia piel. Y, sobre todo, con una menor capacidad de seguir impactando negativamente en el futuro medioambiental de nuestro planeta.