Diferencias entre entrenamiento funcional y de fuerza
Grupo realizando entrenamiento funcional sobre un cajón
Imagen: Depositphotos

Diferencias entre entrenamiento funcional y de fuerza

El entrenamiento funcional es una de las tendencias con mayor demanda en el mundo del fitness. Parece que incluso está superando al entrenamiento tradicional de la fuerza con pesas, pero no es una moda más, ya que ha llevado el mundo de entrenamiento de fuerza a un nivel completamente nuevo.

Existen diversas opiniones sobre el entrenamiento funcional, pero la mayoría coinciden en lo que se supone que se debe lograr con él. El entrenamiento funcional se puede definir o explicar un medio para realizar el trabajo contra la resistencia de una manera que la fuerza obtenida directamente beneficia la ejecución de las actividades de la vida diaria y los movimientos asociados con los deportes.

En este sentido, el objetivo principal del entrenamiento de la fuerza funcional es transferir los aumentos de fuerza que se lograron a través de un movimiento y luego conectarlos de nuevo a las mejoras de la ejecución de otro movimiento al afectar el sistema neuromuscular.

A continuación, vamos a ver las diferencias más obvias entre ambos tipos de entrenamiento.

El entrenamiento funcional

El entrenamiento funcional es un tipo de ejercicio que implica el entrenamiento del cuerpo para las actividades realizadas en la vida diaria. El objetivo de este tipo de entrenamiento es obtener fuerza, estabilidad, movilidad, resistencia y flexibilidad necesarias para el día a día, tanto en el trabajo como en el deporte, así como en las actividades cotidianas. Por eso, el entrenamiento funcional utiliza ejercicios que mejoran la habilidad de movimiento en los patrones primarios para conseguir una ventaja y mejorar el desempeño para lograr las metas con seguridad y buena salud.

Si se realiza correctamente, dará lugar a una mejor movilidad de las articulaciones y una mayor estabilidad, así como a patrones motores más eficientes. La mejora de estos factores disminuye la posibilidad de una lesión sufrida durante un esfuerzo.

El entrenamiento de fuerza tradicional no es tan efectivo para mejorar estas cosas como lo es el entrenamiento funcional. Cada máquina que se usa tiene un cierto rango de movimiento, mientras que los ejercicios funcionales pueden permitir que el cuerpo desafíe aún más el propio rango de movimiento.

La velocidad de movimiento no es difícil de realizar con el entrenamiento de fuerza tradicional, pero con un rango de movimiento limitado, el efecto de arrastre puede no ser tan significativo. Además, los métodos de entrenamiento tradicionales controlan la velocidad del movimiento para maximizar la hipertrofia y las ganancias de fuerza, al tiempo que  asegura de que la persona que realiza el ejercicio esté segura.

Una de las cosas más importantes es que el entrenamiento funcional ayuda a aumentar la estabilización central. Con una mayor estabilización del núcleo, estamos en mejores condiciones de  controlar nuestros cuerpos a través de diferentes planos y movimientos.

Entrenamiento del movimiento humano

En muchos aspectos, el entrenamiento funcional debería pensarse en términos de un continuo de movimiento. El ser humano es capaz de ejecutar una amplia variedad de actividades motrices como caminar, trotar, esprintar, saltar, levantar, empujar, traccionar, mantenerse de pie, girar… y un sin fin de combinaciones que van de las tareas simples a las tareas más complejas. El factor común de todas estas tareas es que implican patrones rítmicos precisos, que se producen en los tres planos del movimiento: sagital, frontal y transversal.

El entrenamiento para mejorar la capacidad funcional supone mucho más que el simple incremento de la capacidad de producir fuerza por parte de un músculo o grupo muscular. Más bien, requiere la puesta en marcha de estrategias de movimiento que mejoren el entramado coordinativo entre el sistema nervioso y el sistema muscular.

El entrenamiento funcional supone, en estos términos, realizar un trabajo y una ejecución motora contra una resistencia, de manera que las mejoras en la fuerza suponen paralelamente un incremento en la calidad de la ejecución de dichos patrones, lo que redunda en la mayor capacidad de realizar actividades diarias por parte de la persona. De forma más concreta, el principal objetivo del entrenamiento funcional es transferir las mejoras de fuerza obtenidas en un movimiento para mejorar la ejecución de otro patrón de movimiento por la implicación del todo el sistema neuromuscular.

En el entrenamiento funcional, tan determinante es entrenar el movimiento específico como entrenar los músculos implicados en dicho patrón. El cerebro, como órgano controlador del movimiento, no entiende de músculos, sino que entiende de movimientos.

Patrones y componentes

En este sentido, los ejercicios analíticos que estresan músculos y articulaciones de forma aislada, son menos efectivos para conseguir una mejora funcional. Por ejemplo, un “squat” tendrá más transferencia que una extensión analítica de rodilla para incrementar la capacidad de levantarse de un sofá.

Para que un ejercicio de fuerza tenga transferencia hacia otros movimientos, el patrón de movimiento empleado debe contemplar diversos componentes similares al movimiento objetivo que queremos mejorar.

Estos componentes son la coordinación, la propiocepción, el equilibrio, los diferentes tipos de contracción muscular (concéntrica, excéntrica e isométrica), velocidad de ejecución y rango de movimiento. Por ello, cada componente individual del movimiento debe considerarse una parte indisociable dentro de toda la globalidad del mismo, atendiendo a cómo será ejecutado por el sistema nervioso.

No obstante, cabe reseñar que aunque los ejercicios realizados en dispositivos analíticos de entrenamiento no son los más adecuados para conseguir una transferencia hacia la consecución de mejores movimientos globales, no significa que no deban ser utilizados como parte del entrenamiento, eso sí, teniendo en cuenta su limitada capacidad para producir transferencia.

Entrenamiento de fuerza tradicional

No hay que infravalorar ni olvidar el trabajo tradicional de fuerza. De hecho, las técnicas tradicionales son todavía parte muy importante del entrenamiento de la fuerza. El enfoque principal del entrenamiento de fuerza tradicional es el aislamiento de un músculo individual para maximizar la sobrecarga.

Dependiendo de lo que se esté entrenando, estos ejercicios puede ayudar a lograr un objetivo concreto. Aunque se consideran ejercicios tradicionales, se les puede considerar funcionales según cuál sea su objetivo o la función que intenten mejorar.

La funcionalidad depende no solo del ejercicio en sí, sino también de muchos otros factores, como el patrón de ejecución, las características del deportista, la forma de ejecución, la fase de entrenamiento, la interacción con otros entrenamientos, el programa de entrenamiento general, entre otras variables.

Los movimientos del entrenamiento funcional requieren que el deportista tenga coordinación, equilibrio y control, además de sincronizar las contracciones musculares de forma similar a como deberían hacerlo en su deporte o en su vida diaria. El principal ajuste que el cuerpo debe hacer para mejorar el rendimiento funcional incluye la coordinación, el rango de movimiento, el tipo de contracción y la velocidad de movimiento.

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