Es fácil sentirse abrumado y asustado, incluso ofendido, ante la pérdida de especies y la destrucción del hábitat. Realmente, se trata de un problema grande y complejo ante el que nos sentimos impotentes. Sin embargo, todo lo que hacemos en nuestro día a día es de vital importancia.
No son solo los grandes organismos internacionales ni los gobiernos quienes deben buscar soluciones. Tal vez no podamos hacer gran cosa a nivel individual, pero la suma de lo que hacemos todos sí es importante.
Amenazas evitables
Puesto que el hombre es parte de la naturaleza, las amenazas hechas por él no son más que un subconjunto de las amenazas naturales. Pero no es suficiente. La gran diferencia es que las amenazas hechas por el hombre podemos prevenirlas cambiando nuestro comportamiento.
Como seres humanos, tenemos una capacidad única para comprender las consecuencias de nuestras acciones, tanto pasadas como presentes. Los seres humanos somos capaces de aprender más acerca de los efectos de nuestras acciones sobre el mundo que nos rodea y cómo los cambios en esas acciones podrían ayudar a alterar los eventos futuros. También podemos tomar medidas para revertir los daños del pasado y prevenir daños futuros.
Amenazas del hombre sobre la fauna salvaje
Estas son las formas en las que el ser humano amenaza a las especies salvajes, formas evitables si se tomaran las medidas oportunas:
- Destrucción y fragmentación del hábitat
- Cambio climático
- Introducción de especies exóticas, no nativas
- Contaminación
- La caza, especialmente la la caza furtiva y el comercio ilegal de especies en peligro de extinción
- Muertes accidentales (accidentes y colisiones con vehículos terrestres y marítimos, así como con elementos tecnológicos)
Proteger el hábitat
Tal vez la mayor amenaza a la que se enfrentan muchas especies sea la generalizada destrucción del hábitat. La deforestación, la agricultura convencional (no ecológica), el pastoreo excesivo y el desarrollo en general provocan cambios irreversibles en el suelo, la erosión, la desertificación y la alteración de las condiciones climáticas locales.
Una forma de colaborar en la protección del hábitat es unirse a una organización de conservación. Hay una amplia gama de organizaciones de conservación que trabajan para proteger a los animales en peligro de extinción y sus hábitats.
Cada una tiene sus objetivos, sus actividades y sus prioridades. Como benefactor o como voluntario puedes encontrar alguna que responda a tus inquietudes o intereses particulares.
Minimizar el uso de herbicidas y pesticidas
Los herbicidas y pesticidas pueden dar un aspecto más agradable a los cultivos y mejorar el volumen de producción y la rentabilidad de los cultivos, pero en realidad son contaminantes peligrosos que afectan a la vida silvestre en muchos niveles. Muchos herbicidas y pesticidas tardan mucho tiempo en degradarse y se acumulan en los suelos o en toda la cadena alimentaria.
Consumir productos de cultivo ecológico certificado y por la utilización de técnicas ecológicas en el cuidado de huertos familiares y jardines privados son una forma de contribuir a la reducción del uso de estos químicos.
Reducir la amenaza de las especies invasoras
La propagación de especies no autóctonas ha impactado en gran medida en las poblaciones nativas en todo el mundo. Las especies invasoras compiten con las especies nativas por los recursos y el hábitat. Incluso pueden aprovecharse de las especies nativas directamente, obligando a las especies nativas a la extinción.
Una forma de reducir la amenaza de las especies invasoras es incorporar plantas autóctonas a tu jardín y tener como mascotas animales nativos. En el caso de los animales, si tienes como mascota una especie no autóctona, por favor, no la dejes suelta si no puedes hacerte cargo de ella, porque eso favorece su reproducción indiscriminada e incontrolada.
Reciclar y reducir la energía
Reciclando y reduciendo la energía que consumimos también reducimos nuestro impacto sobre el medio ambiente. Optimizar el uso de los aparatos electrónicos o reducir el consumo de combustible (reduciendo la velocidad, usando transporte público o compartiendo vehículo, por ejemplo) es una forma de reducir el uso de energía.
Cómo reducir el riesgo de extinción
Un nuevo análisis global sobre la pérdida de hábitat forestal y el riesgo de extinción de vida silvestre, elaborado por la Universidad Estatal de Oregon, EE.UU., y publicado en la revista Nature, muestra que las especies más expuestas viven en áreas que apenas comienzan a ver los impactos de actividades humanas como la caza, la minería, la tala y la ganadería.
Los investigadores sostienen que estas áreas intactas merecen mayor prioridad respecto a las áreas ya impactadas en gran medida por la actividad humana, aunque las especies también están amenazadas en las áreas afectadas.
Los investigadores explican que han visto descensos en especies y en paisajes que ya han perdido una cantidad masiva de hábitat. Lo que más apoya su hipótesis de intrusión inicial es el impacto inicial causado por las carreteras que entran en los bosques tropicales y las actividades humanas que esto supone.
Los investigadores llegaron a sus conclusiones analizando conjuntos de datos globales sobre el hábitat forestal y el riesgo de extinción de especies. Los datos indican que los bosques continúan perdiéndose a tasas altas (alrededor de 1,5 millones de kilómetros cuadrados por año). La mayoría de esos cambios ocurren en los trópicos. Los bosques tropicales de América del Sur representan casi la mitad de la pérdida de bosques globales. En total, el nuevo análisis muestra que el 37 por ciento de los bosques del mundo se han transformado para su explotación.
¿A dónde deben dirigirse los recursos de conservación?
Los investigadores escribieron que existen puntos calientes de alto riesgo para la biodiversidad de los bosques, que existen en el sudeste de Asia, en particular en Borneo, el Amazonas centro-occidental y la cuenca del Congo en África. El crecimiento demográfico, la caza y la captura de animales silvestres y la extracción de recursos en respuesta a la demanda de los consumidores pueden alimentar futuros riesgos de extinción en esas áreas.
Así, el debate en curso entre científicos y formuladores de políticas se centra en si los programas de conservación deberían dar prioridad a los bosques ya afectados por el desarrollo.