Todavía hay muchos propietarios y entrenadores que actúan como si entrenar a un perro fuera un ejercicio militar. Las órdenes se dan con la autoridad de un mando del ejército y, a menudo, falta una recompensa para el perro cuando hace el trabajo correctamente.
El entrenamiento del perro comienza en el momento que llega a casa y esto es algo que los futuros adiestradores aprenden en los cursos de educación canina.
A menudo se juega con el cachorro, se le persigue, forcejea y se le hace buscar y recuperar juguetes. Pero se hace de tal manera que lo que el cachorro en realidad aprende es a ser pesado e incluso detestable, a saltar sobre el dueño y no controlar sus impulsos.
Con esta forma de crianza, el cachorro descubre cómo tomar el control. Los cachorros aprenden rápidamente a usar su voz, peso, velocidad y agilidad en su beneficio.
En estas condiciones, el entrenamiento de estilo militar, en el que el dueño intenta enseñar al perro quién es el jefe no funciona en la mayoría de los casos, y mucho menos en ausencia de recompensas.
Sin embargo, incluso a los perros que han aprendido malos hábitos se les puede corregir la conducta siendo muy positivos durante el entrenamiento, guiando al perro a hacer lo que queremos mediante los ejercicios correctos, usando un enfoque divertido y entrenando en lugares donde sea fácil ayudar al perro a ejecutar correctamente las órdenes.
Tipos de premios para perros
Las recompensas provienen de dos emociones y esto funciona tanto en humanos como en perros.
- Primero, la recompensa intrínseca para el perro proviene de hacer un trabajo que le gusta, la sensación de hacer bien ese trabajo y los elogios que recibe por él.
- El segundo tipo de recompensa es extrínseca, y proviene de algo completamente independiente de la tarea, como la comida, una pelota o un juguete.
Aprender de las acciones que son agradables y que el perro quiere o está casi obligado a hacer debido a sus instintos naturales es fácil de recompensar. Estas acciones pueden reforzarse aún más a través del reconocimiento en forma de alabanza y caricias.
Vinculado con lo que disfruta el perro, el elogio verbal se convierte en una gran recompensa en sí misma. Las acciones y rutinas de entrenamiento que necesitan estímulo y que pueden ser un poco más tediosas o aburridas para el perro, pueden ser recompensadas con algo que sea agradable, como un juego de recuperación.
En el entrenamiento de perros con antecedentes laborales, como los de campo, que han sido criados por sus habilidades e instintos naturales, el proceso de recompensa se convierte en parte del entrenamiento.
La recompensa intrínseca y el reconocimiento a través de la alabanza provocan el placer del trabajo bien hecho y refuerza la acción. Muchos perros disfrutan de recuperar, perseguir o simplemente cargar. Con ejercicios de entrenamiento creativo, las recompensas extrínsecas pueden integrarse en un programa de entrenamiento.
Una vez que se encuentra que una recompensa funciona, se pueden hacer otros ejercicios de entrenamiento simplemente encadenándolos y canalizando el comportamiento que se desea para finalmente obtener la recompensa.
Entrenamiento con golosinas
Aunque la comida es un requisito básico de la vida y definitivamente una recompensa, esto no se puede aplicar a todos los casos. Para los cachorros, la comida puede ser la introducción ideal a los controles menores y es una manera fácil de obtener la respuesta requerida.
Pero a la larga puede que no cree la unión que se espera entre el entrenador y el perro, ni que proporcione el liderazgo que el primero requiere.
La recompensa y la reprimenda ocasional deben buscar el afecto y la relación de cariño, aspirando a crear una unión donde el cuidador y el perro se relacionen mentalmente a través de la confianza y la comprensión.
¿Qué premio prefieren los perros?
Un estudio de la Universidad de Emory publicado en la revista Cognitive and Afective Neuroscience en 2016 explora las preferencias de recompensa por parte de los perros y muestra que muchos perros prefieren los elogios de sus propietarios a los alimentos.
Los investigadores usaron 15 imágenes de resonancia magnética funcional en 15 perros despiertos para explorar las bases neuronales de sus preferencias de interacción social y recompensa de alimentos. De los 13 perros que completaron el estudio, la mayoría de ellos prefirió los elogios de sus dueños por encima de la comida, o parecían gustarles a ambos por igual.
Este estudio es uno de los primeros en combinar los datos de imágenes del cerebro con los experimentos de comportamiento para explorar las preferencias de los perros respecto a las recompensas. Uno de los objetivo del estudio es cuantificar el valor relativo de los alimentos frente a los elogios. Esto ayudaría a la hora de argumentar los debates continuos y polémicos sobre los métodos más efectivos en el entrenamiento de perros.
Explican los investigadores que una de las teorías acerca de los perros es que son principalmente lo que se conoce como máquinas de Pavlov: sólo quieren comida y sus propietarios son simplemente el medio para conseguirla. En relación a esto, Pavlov demostró que si los perros están entrenados para asociar un estímulo particular con la comida, los animales salivan en la mera presencia del estímulo, en anticipación de la comida. Otra de las teorías, más actual, da cuenta de que los perros valoran el contacto humano en sí mismo.
Esto muestra, según los investigadores, la importancia de la recompensa social y alabanza para premiar al perro. Puede ser análoga a la forma en que los seres humanos sentimos cuando alguien nos elogia.
Los experimentos sientan las bases para hacer preguntas más complicadas sobre la experiencia canina del mundo. En este sentido, los investigadores dicen que los perros son hipersociales con los humanos, y su integración en la ecología humana hace de los perros un modelo único para el estudio de la vinculación social entre especies.