No todos los animales responden de la misma forma al verse en el espejo. Por ejemplo, los perros no saben que son ellos mismos y no le dan importancia, mientras que los gatos tienen reacciones muy variadas.
La habilidad para evaluar y predecir la eficiencia mental de uno mismo frente a una situación determinada recibe el nombre de metacognición y ésta es una de las capacidades humanas más sofisticadas y que hasta hace poco se creía exclusivamente humana.
Experimentamos sentimientos de duda y confianza, de certeza e incerteza, sabemos si conocemos o desconocemos algo, pero lo que nos separa del resto de las especies es que somos el único animal que nuestro complejo sistema mental de emociones, sentimientos y lógica nos permite razonar.
Por otro lado, el hecho de intentar relacionar las conductas y habilidades intrínsecamente humanas a animales de otras especies como si fueran naturales de éstas es un acto de antropocentrismo (humanización) desaforado, pero es inevitable plantearlo con la intención de hacer más entendible el comportamiento animal.
Autoconsciencia animal
En la década de los 70 el psicólogo Gordon Gallup desarrolló un test que pretendía determinar la autoconsciencia de distintas especies animales a través de la capacidad de autorreconocimiento en un espejo.
¿Los perro se reconoce en el espejo?
Debido a que la consciencia de sí mismo es propia del neocórtex cerebral, cabe pensar que las especies con compleja interacción social deberían responder de forma similar. Sorprende que los resultados obtenidos en las pruebas de autorreconocimiento hechas en perros, aún siendo una especie cooperativa y con alta sociabilidad de manada, no aportan unos resultados concluyentes, ya que los perros no se autorreconocen y en general, pasado un primer momento de sorpresa, llegan a desestimarse, desinteresarse e ignorarse.
Luego no todas las especies responden de igual manera frente al espejo. Dependerá de las estructuras cerebrales implicadas en respuesta a ciertos estímulos. En el caso del perro, cuyo mundo sensorial viene dado por la imagen olfativa de cada ejemplar, la imagen “plana”, ausente de olores y sonidos, puede no ser estímulo suficiente para su autorreconocimiento.
Caso aparte es el de los gatos
Aún no siendo una especie cooperativa y siendo su mundo sensorial un entorno de estímulos olfativos, en menor medida auditivos y en último lugar visuales, las respuestas de los gatos frente el autorreconocimiento son sorprendentemente mucho más variadas.
Hay gatos que se reconocen a sí mismos realizando una secuencia de actos (establecer contacto directo, buscar detrás del espejo y examinarse a sí mismos adoptando posturas); otros perciben su otra imagen como otro individuo y su reacción agresiva lo evidencia (maullidos, arqueo del dorso, bufidos, etc.). En el caso de gatitos jóvenes probablemente jueguen incansablemente con su imagen.
E incluso existe una tercera posibilidad, que ignore su propia imagen ya sea porque previamente se había autorreconocido y no le aporte nada interesante ya que el modo y el significado de dicho autorreconocimiento no tiene nada que ver con la interpretación que hacemos los humanos, o bien no le motive un simple estímulo visual que, además de deficiente por la óptica felina, siendo falto de olores y sonidos sea un estímulo incompleto incapaz de desencadenar una respuesta.
Lo cual no implica que tengan menos consciencia de sí mismos ni sea una prueba de mayor o menor inteligencia, ya que creer que la inteligencia animal ha evolucionado hasta llegar a la más compleja de todas (la humana) es una posición antropocéntrica.
Por el contrario, las conductas que favorecen a una especie han permitido que los animales adaptados sobrevivan y se reproduzcan en un determinado nicho ecológico, y por lo tanto, prueba de una inteligencia de especie (específica) tanto o más respetable.
Curioso artículo. Fantástica explicación del reconocimiento de la imagen.