¿Cómo influyen las actitudes y la personalidad humana en el adiestramiento del perro? ¿Cómo se pueden medir los atributos que surgen de las relaciones perro-humanos?
Según el artículo titulado Current perspectives on attachment and bonding in the dog–human dyad, publicado en 2015 en la revista Psychology Research and Behavior Management, «identificar los atributos humanos que contribuyen a las relaciones exitosas perro-humano podría ayudar en el desarrollo de una plantilla de comportamiento para garantizar que se optimice el potencial diádico», es decir, el potencial de la relación que se estable entre humano y perro durante el adiestramiento de este.
La relación humano-perro
Se cree que las relaciones simbióticas entre perros y humanos datan de al menos 18.000 años. De hecho, el aprendizaje social y asociativo parece muy relevante para las interacciones perro-humano. En este sentido, cabe destacar que los perros parecen poseer una capacidad para interpretar y responder a la señalización humana.
Actualmente, los perros se usan en diversos contextos que explotan su capacidad de respuesta a la dirección humana, como el trabajo de seguridad, el traslado de ganado y la asistencia a personas con discapacidades. Se puede argumentar que las relaciones perro-humano de trabajo son unidireccionales, ya que dependen solo de la función que realiza el perro.
Sin embargo, dado que los factores relacionales pueden afectar el rendimiento del perro, es probable que, al igual que con las relaciones perro-dueño, estas relaciones sean bidireccionales.
Vínculo de apego
Un vínculo de apego es una relación cercana y emocional entre dos individuos. Se cree que la díada perro-humano involucra vínculos de apego similares a los que caracterizan las relaciones entre el cuidador y el bebé humano.
Los perros han mostrado comportamientos indicativos de una relación de apego. Uno de estos comportamientos es la búsqueda de proximidad, donde el animal buscará la figura de apego como un medio para sobrellevar el estrés.
Por el contrario, la ausencia de una figura de apego puede desencadenar comportamientos indicativos de angustia relacionada con la separación en perros. La presencia de un humano también puede atenuar el efecto de un evento estresante, constituyendo así el llamado efecto refugio seguro de la teoría del apego.
Factores humanos que influyen en el comportamiento del perro
Es probable que muchas intervenciones humanas, como el uso del refuerzo positivo, entre otros, produzcan un estado afectivo positivo en un perro, lo que lleva a respuestas conductuales más favorables, como la obediencia durante el entrenamiento. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el momento experto de estas intervenciones es esencial para el éxito de la capacitación.
Por lo tanto, la aplicación experta de estos atributos es adecuada para fomentar ciertos comportamientos en perros y probablemente contribuye a un vínculo emocional positivo. Centrarse en mejorar estas características ofrece una solución prometedora para los dueños de perros.
Sin embargo, la influencia de las características psicológicas humanas, como la personalidad y las actitudes, sobre el perro y la relación perro-humano sigue sin estar clara. Hasta ahora, la noción de que ciertas dimensiones de la personalidad pueden predisponer a un individuo a interactuar hábilmente con los perros sigue sin confirmarse.
Los beneficios fisiológicos y emocionales que se derivan de una relación positiva perro-humano se extienden tanto al perro como al humano. Para los perros, los humanos parecen representar un socio social que, además de proporcionar información pertinente para la adquisición de alimentos, puede ser una fuente de satisfacción y apego emocional.
De manera similar, formar relaciones con los perros o simplemente interactuar con ellos se ha asociado con varios beneficios para la salud emocional y psicológica para los humanos.
Por lo tanto, fomentar vínculos emocionales seguros y positivos entre humanos y perros generalmente promueve el bienestar.
Es interesante saber que se ha demostrado que los perros que pertenecen a aquellos que consideran a sus animales como interlocutores sociales o compañeros significativos tienen concentraciones relativamente bajas de cortisol salival. Esto sugiere que las actitudes positivas del propietario pueden moderar el estrés en los compañeros caninos.
La voz humana en el adiestramiento
El volumen de nuestra voz. Una vez demostrado que los perros no necesitan que gritemos para oírnos mejor… por favor, no lo hagamos.
Ellos poseen audición selectiva, es decir, pueden centrarse en la escucha de un sonido determinado, aislándose de los demás. Por tanto, el perro escuchará y seleccionará la voz de su instructor siempre que la asocie a sensaciones agradables. Los gritos que los humanos utilizamos para tratar de que nos obedezcan no muestran otra cosa que nuestra frustración.
A ello debemos añadir que para el perro esos “sonidos altamente desagradables” pueden hacer que al producirle dolor en sus sensibles oídos, no sólo no cumpla la orden, sino que además huya de su adiestrador.
Por último, el tono empleado es también de suma importancia. Emplearemos un tono firme y tranquilo para las órdenes. Firme no es agresivo, ni mucho menos. Daremos una entonación más alegre a las frases de ánimo y recompensa ante la realización de lo que se le pide.
Y destacar que el uso del lenguaje humano en el adiestramiento canino es tan accesorio que perfectamente podríamos prescindir de él. Un ejemplo de ello es el uso del “clicker».