La gran cantidad de micropartículas de plástico que se encuentran en ríos, lagos y océanos está provocando graves cambios en distintas especies de peces, no sólo en su desarrollo, sino también convirtiendo a sus alevines en auténticos peces adictos al consumo de este producto. Se estima que anualmente entre 4’8 y 12’7 millones de toneladas de microfragmentos de plástico son vertidos al medio acuícola.

Según un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Uppsala (Suecia) y publicado en la revista Science, que ha analizado minuciosamente el impacto de los microplásticos en la perca europea (Perca fluvialitis) en el mar Báltico y las crías expuestas a grandes cantidades de plástico, lo prefieren al zooplacton, su alimento natural.
“Es la primera vez que hemos encontrado un animal que prefiere el plástico en su alimentación, y esto debe ser un motivo de preocupación” destaca Peter Eklöv, profesor y coautor del estudio. Los resultados de este estudio son reveladores y podrían servir de ejemplo sobre los efectos de los plásticos en muchas otras especies.
“Investigaciones que hice anteriormente sugieren que las partículas de microplásticos tienen algún componente químico o visual que desencadena en los peces una respuesta y les incita a ingerirlos.
Así que las larvas ingenuas que se encuentran con esas partículas de plástico las ven como un recurso y creen que necesitan ingerir grandes cantidades”, afirma Oona Lönnstedt, la otra coautora del estudio. Este les puede causar la muerte en pocas horas e incluso les debilita, pudiendo ser presas fáciles para depredadores.
El microplástico es la forma de residuo de plástico más común y se trata de piezas de menos de 5 milímetros que proceden de la fragmentación de estructuras mayores, así como de productos que contienen micropartículas, como ciertos detergentes y cosméticos (pasta dentrífica). El estudio concluye que los peces criados en ambientes con mayor exposición a estos residuos tienen menos crías y además éstas son más pequeñas.