Valorar la condición física de los participantes en actividades de fitness y ejercicio físico es esencial para realizar una prescripción adecuada del ejercicio. El entrenador personal debe ser capaz de realizar esta valoración para recomendar y/o adaptar la actividad física de cada deportista, en función de sus límites.
Es importante tener en cuenta que el entrenador personal no solo debe satisfacer aquellos logros que el cliente desea conseguir, sino también aportar criterios de entrenamiento que mejoren sus condiciones morfológicas y funcionales.
Planificación y programación del entrenamiento
El profesor y preparador físico Juan Ramón Heredia propone las siguientes fases básicas de la planificación y programación del entrenamiento en fitness:
-Fase 1: valoración de la condición física y la salud
A) Valoración preactiva: estudio previo
B) Valoración activa: valoración del nivel de fitness cardiovascular, respiratorio y metabólico y composición corporal
-Fase 2: prescripción del programa de entrenamiento
- Determinación de objetivos (planificación a medio-corto plazo)
- Componentes (cardiovascular, muscular, flexibilidad, etc.), tipo de ejercicios, intensidad, volumen, control activo del entrenamiento
-Fase 3: control y valoración proactiva: control, valoración regular y periódica y ajuste del entrenamiento
Valoración de la condición física
No realizar una valoración previa de las condiciones físicas del usuario/cliente es un error cuando este desea iniciar un programa de entrenamiento, entre otros motivos porque ignorar esto puede provocar el abandono prematuro de la actividad o, peor aún, dar lugar a lesiones/problemas de salud o incluso agravar los existentes.
La valoración o estudio previo tiene por objetivo obtener información relevante sobre aspectos de salud del usuario/cliente. Esto incluye un estudio de la salud física por una parte, así como el conocimiento de la motivación, objetivo y gustos del cliente.
Este momento es crucial para saber si contamos con un cliente sin patologías manifiestas o necesita una atención especial en cuanto a la prescripción de la actividad física.
Si se detectan enfermedades o factores de riesgo es conveniente remitir al cliente a un especialista de cara a la determinación de las contraindicaciones y/o adaptaciones específicas en la práctica de la actividad física.
Es necesario valorar y eliminar los factores de riesgo. Especial atención merece la detección de riesgos cardiovasculares, en especial la hipertensión, ya que en los trabajos con cargas la comprensión vascular periférica y el incremento de la tensión intraabdominal y torácica desembocan en un aumento de la tensión arterial.
A su vez, los datos obtenidos en la Evaluación de la Condición Física permitirán al entrenador personal partir de unos parámetros de referencia para, en la repetición posterior de los tests, poder valorar la evolución objetiva. Esto ofrece un feedback fundamental para la motivación del cliente y para la correcta adaptación del programa de entrenamiento para la consecución de los objetivos programados.
La valoración de la condición física se hace en cinco fases, que analizamos a continuación:
Valoración postural estática y dinámica
La postura corporal equilibrada consiste en la alineación del cuerpo con una eficiencia fisiológica, biomecánica, lo que reduce al estrés y sobrecargas ejercidas sobre el sistema de sustentación, por los efectos de la gravedad. La integridad y relación de los sistemas corporales juegan un papel relevante en el control postural y la relación entre los sistemas corporales juegan un papel relevante en el control postural.
Una deficiencia estructural y funcional de algún sistema corporal, la falta de actividad física y los antecedentes personales entre otros, son factores determinantes que en detrimento de la capacidad de respuesta para conservar o recuperar el equilibrio en una situación específica.
Las principales alteraciones posturales que se pueden encontrar en la valoración son:
- Escoliosis: curvatura lateral del raquis y una de compensación en dirección opuesta.
- Cifosis (del griego kyphosis, joroba): exageración o angulación de la curvatura posterior del raquis. La deformidad más notoria suele ocurrir en la parte alta de la espalda (cifosis dorsal), que se curva exageradamente hacia atrás, dando lugar a lo que se conoce como curvatura de Pott o de forma vulgar corno chepa o joroba.
- Hiperlordosis: aumento de la curvatura vertebral a nivel lumbar.
- Genu varum: piernas arqueadas, alteración en el eje axial que presentan todos los niños durante su desarrollo, debido a la posición del niño en el útero.
- Genu valgo: disposición anatómica de las rodillas en forma de «X».
- Genu recurvatum: es la hiperextensión de las rodillas.
- Pie plano: descenso del arco interno.
- Pie cavo: aumento del arco interno.
- Descenso de arco anterior: caída del arco anterior.
- Acortamiento de una extremidad.
Antropometría básica
Para la toma de los parámetros antropométricos hay que tener una serie de consideraciones que den fiabilidad a los datos que vamos a obtener, así como en el material antropométrico a emplear. Estas consideraciones son:
- La exploración se realizará en una estancia suficientemente amplia y a una temperatura confortable.
- Las medidas de peso corporal y estatura sufren variaciones a lo largo del día, por lo que es deseable realizarlas a primera hora de la mañana. Si esto no es posible, conviene indicar la hora del día y las condiciones del momento, como ingesta de alimentos o entrenamiento previo.
- Con el objetivo de permitir comparaciones de medidas en cualquier grupo de población, se realizarán en hemicuerpo derecho. Sin embargo, en casos de limitación física o predominio en el desarrollo de alguna extremidad, se tomarán en hemicuerpo no dismórfico.
- El material será calibrado y comprobada su exactitud antes de iniciar la toma de medidas.
- La exploración se iniciará marcando los puntos anatómicos y las referencias antropométricas necesarias para el estudio. Las medidas se tomarán siguiendo un orden práctico y cómodo.
- Las mediciones deben repetirse al menos 2 veces, y tomarse una tercera si fuera necesario. En el primer caso se utiliza la media y en el segundo la mediana.
Valoración de acortamientos musculares y movilidad articular
La valoración de la movilidad articular es una herramienta fundamental para establecer criterios de prescripción de ejercicios dentro de un programa de entrenamiento, así como para determinar las pautas adecuadas de trabajo y desarrollo de la flexibilidad.
Un músculo que manifiesta un manifiesto acortamiento y, por lo tanto, ve disminuida su capacidad elástica, tendrá menor capacidad de realizar de forma completa el ciclo elongación-acortamiento que establece la capacidad de generar una tensión (fuerza) por parte de ese músculo.
Por tanto, la valoración y entrenamiento de la movilidad articular y la elasticidad muscular nos aporta información tanto desde una perspectiva de salud como desde un enfoque de rendimiento muscular/deportivo.
Las bases biomecánicas de la valoración de los acortamientos musculares están basadas en el estudio de los diferentes patrones articulares que componen el movimiento humano, así como de las características morfológicas y funcionales de los músculos encargados de producirlos. Los datos obtenidos de esta valoración deben contrastarse a los datos obtenidos en la valoración postural.
Valoración de la resistencia cardio-respiratoria
Una de las pruebas que se realizan para esta valoración es el test de Cooper. El objetivo del test de Cooper es el de evaluar el desarrollo del fondo general de los deportistas. El resultado final viene expresado en ml/Kg/min como unidad del VO2máx. El sujeto deberá recorrer sobre pista el máximo número de metros durante un tiempo total de 12 minutos. Deberá permanecer corriendo durante esos 12 minutos, aceptándose en caso de agotamiento, si es necesario, periodos en donde el sujeto ande.
También se puede realizar el test de Course-Navette, un test de resistencia nos permite estimar de manera indirecta el Consumo Máximo de Oxígeno (VO2 máx). Este test tiene la característica de
ser acíclico, es decir que el individuo debe intercalar aceleraciones y frenos cada 20 metros. El test consiste en recorrer tramos de 20 metros a velocidad creciente en cada palier o tramo de 1 minuto, siendo indicado el ritmo mediante señales sonoras.
También se puede realizar una prueba de esfuerzo monitorizada.
Valoración de la Fuerza Máxima (1RM)
La planificación del entrenamiento de fuerza, y más específicamente el de musculación, puede ser diagramado con facilidad gracias al test de una repetición máxima. Conocido por el nombre
de “RM”, el objetivo del test consiste en determinar la máxima intensidad de trabajo, expresa en kilos. A esta intensidad se la reconocerá como el 100%, y es por ese motivo que se trata de una sola repetición.
Hay que destacar que el valor de 1 RM debe medirse por cada ejercicio. Por lo tanto, habrá que realizar un test para sentadillas, otro para press de pecho, etc. Lo ideal es reunir entre 3 y 5 ejercicios y trabajar en base a ellos.
Identificar factores de riesgo
Poder identificar los factores de riesgo ayuda tanto a determinar posibles adaptaciones en la prescripción y metodología del entrenamiento como a establecer un perfil más definido del estado de salud del cliente y remitirlo al médico adecuado para una evaluación más exhaustiva.
En este sentido, es importante controlar la tensión arterial, el colesterol, la frecuencia cardíaca en reposo, obesidad, tabaquismo y diabetes.
En cualquier caso, es importante tener en cuenta ciertos casos en los que la práctica deportiva está contraindicada, salvo informe médico que lo recomiende:
- Insuficiencia renal, hepática, pulmonar, suprarrenal o cardíaca.
- Procesos infecciosos agudos.
- Enfermedades que cursan con astenia o fatiga muscular.
- Enfermedades que alteran el equilibrio o producen vértigo.
- Afecciones infecciosas crónicas.
- Alteraciones metabólicas no controladas (como diabetes, hipertiroidismo y anorexia nerviosa).
- Hipertensión de base orgánica.
- Inflamaciones del sistema musculoesquelético (miositis y artritis) en fase aguda.
Además, hay que tener muy en cuenta otras situaciones en las que la práctica de ejercicio físico podría estar contraindicado o en las que sería necesaria una valoración médica, como en casos de retraso de crecimiento y maduración, enfermedades hemorrágicas, ausencia de un órgano par (pulmón, ojo, riñón o testículo), organomegalias (agrandamiento anormal de órganos como hígado, bazo o riñón), hernias, o alteraciones musculoesqueléticas que dificulten la actividad motriz necesaria para la práctica deportiva, entre otros.
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