Mascotas estresadas: síntomas y soluciones
Gato estresado
Foto: Pacto Visual en Unsplash

Mascotas estresadas: síntomas y soluciones

Todos sufrimos estrés de vez en cuando y algunos de nosotros lo sufrimos más que otros. Lo mismo ocurre con nuestras mascotas. El comportamiento de tu mascota es el mejor indicador de que padece ansiedad o estrés. Sus acciones o sus respuestas fisiológicas dicen mucho de su estado. Por lo general, ningún tipo de manifestación de estrés de una mascota es una conducta deseable. Por eso y por la felicidad de nuestra mascota, queremos  consolar y calmar a nuestros animales.

El estrés puede afectar a los animales domésticos por muy diversas y diferentes razones: cambios en cómo se hacen las cosas en casa, la llegada de un nuevo miembro a la familia (humano o animal), la visita al veterinario o a la peluquería canina, un viaje o ruidos fuertes pueden dar lugar a niveles elevados de estrés en nuestra mascota.

Sin embargo, que se produzcan estas situaciones no implica necesariamente que nuestra mascota esté estresada. Entonces, ¿cómo saber si todo eso les afecta y si están nuestras mascotas estresadas? Es más, ¿qué hacer al respecto?

Signos que delatan a una mascota estresada

El estrés es una palabra de uso común que describe sentimientos de tensión o presión. Si tienes un perro o un gato como animal de compañía, los siguientes síntomas te ayudarán a descubrir cuándo puede estar estresado:

  • Se lame los labios, babea, bosteza, jadea.
  • Si es un perro, echa las orejas hacia atrás.
  • Si es un gato, se auto-asea y se acicala de forma excesiva.
  • Vocalización excesiva, lloriqueos o ladrido excesivo.
  • Comportamiento temeroso (la cola entre las piernas en los perros, la pérdida de control de la vejiga en los gatos, trata de escapar o se queda paralizado).
  • Comportamiento inusual, incluyendo destructividad, agresión, accidentes en la casa o evitar a su dueño y otros animales.
  • Pérdida de apetito o alteración del apetito.
  • Piel escamosa, lo que provoca pérdida de pelo.
  • Temblores después de un baño o de revolcarse en la hierba.
  • Cambios en ojos y oídos: pupilas dilatadas y parpadea rápidamente, orejas alerta.
  • Cambios en la postura corporal: cambia su peso a sus patas traseras o se encoge, doblan la cola o se ponen bastante rígidos.
  • Derramamiento y cambio en las funciones corporales.
  • Se esconde o se escapa cuando se porta mal.
  • El perro mira de reojo o con «ojo de ballena» (mira hacía un lado con la cara y hace contacto directo con sus ojos y puedes verle el blanco de los ojos).
  • Es habitualmente sociable y empieza a esconderse en situaciones en las que en situaciones normales se relacionaría.

Qué hacer con las mascotas estresadas

No se trata de entender por qué tu mascota está estresada. Que lo entiendas o no, no va a cambiar el hecho de que tu perro o tu gato lo esté pasando mal. Es su naturaleza y, por el bien de todos, es necesario ayudarle. Para ello te será de ayuda contactar con un educador canino profesional y seguir los siguientes consejos:

  • Mantener la rutina y reglas habituales para que los perros sepan qué se espera de ellos y cuándo. Esto ayudará a mantener la normalidad, especialmente cuando hay grandes cambios en casa.
  • Prevenir situaciones de estrés cuando sea posible.
  • Pasar más tiempo con el animal y asegurarse de que el animal tiene modos de entretenimiento cuando se queda solo.
  • Con los perros, dar paseos y hacer ejercicio regular, incluyendo el juego.
  • En situaciones inevitables, probar un producto calmante o remedio especial para mascotas (consultar con el veterinario).

Además, otras situaciones puede provocar estrés. Por ejemplo, un estudio encontró que los gatos que de mala gana permiten que sus dueños los acaricien podrían estar más estresados ​​que los gatitos que evitan cuidadosamente que los acaricien. Esto puede dar una pauta a los dueños de gatos para que observen si a su mascota realmente le gusta que le acaricien o no.

Otro estudio encontró otra serie de motivos por los que se pueden estresar los gatos, como conflictos con otros gatos o un cambio en la rutina diaria. Una vez más, esto da pistas a la hora de observar qué puede estar pasando para que el gato esté estresado.

Por otra parte, los dueños de mascotas también deben reflexionar sobre su propio comportamiento para ver cómo podrían estar contribuyendo al estrés. Algunas formas en que los dueños pueden estresar a sus mascotas incluyen no dar órdenes claras, mirarlos directamente o castigarlos innecesariamente. Y, para colmo, nosotros también podemos transmitir nuestro propio estrés a nuestras mascotas con nuestra actitud y forma de actuar, aunque estos comportamientos no tengan nada que ver con nuestras mascotas.

La mejor manera de calmar a una mascota estresada es identificar qué lo está estresando y luego eliminar el desencadenante. También se puede recurrir a un educador canino o a un entrenador de gatos para que nos ayude a solucionar el problema.

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